domingo, 16 de mayo de 2010


THE ORIGINS OF THE EXTRATERRESTRIAL LIFE DEBATE AND ITS RELATION TO THE SCIENTIFIC REVOLUTION.
Journal of History of ideas. 1980.


Autor: STEVEN J. DICK. (Nasa publications photo)

El autor del artículo es el astrónomo estadounidense Steven J. Dick. Autor e historiador de la ciencia destacado por su trabajo en el campo de la astrobiología. Jefe de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (2003-2009). Recibió la licenciatura en ciencias de la astrofísica por la universidad de Indiana en 1971.
Sus obras incluyen: Pluralidad de los mundos: los orígenes de la vida debate extraterrestre de Demócrito a Kant (1982). La biología del universo: el siglo XX vida extraterrestre debate y límites de la ciencia (1996). Vida en otros mundos: la 20th century debate vida extraterrestre (1998) y, con James Strick, El universo viviente: la Nasa y el desarrollo de la Astrobiología (2005).
El artículo nos plantea una cuestión tan apasionante como el debate sobre la vida extraterrestre. Nos sitúa en el siglo XVII como fecha de inicio de esta polémica controversia que llega hasta nuestros días.
La lógica de situar este debate de una forma seria en dicha época reside en gran parte en el papel de la teoría de Copérnico. Esta teoría proporcionó el marco físico idóneo en que la existencia de otros mundos como la tierra fueran posibles.
La teoría heliocéntrica como se establece en De Revolutionibus de 1543 fue crucial para sentar las bases sobre la discusión de la existencia de otros mundos. Estaba claro que significaba abandonar los planteamientos tradicionales aristotélicos.
La gran contribución del XVII sería el hecho de adoptar las cuestiones físicas planteadas por esta inquietante teoría heliocéntrica.
J. Dick en la relación entre la teoría copernicana y la pluralidad de los mundos establece cinco defensores principales en la época en referencia a la vida extraterrestre: Giordano Bruno, John Wilkins, B. le Bovier de Fontanelle, Christiaan Huygens y como destacado a Johannes Kepler. Todos eran copernicanos convencidos.
Bruno planteaba su tesis de un número infinito de mundos. En contra de la idea de Aristóteles argumentó que existían otros centros de movimiento. Así este autor representa una transición crucial entre las tesis aristotélicas y el debate copernicano del XVII sobre la pluralidad de mundos similares a la tierra.
La estrecha asociación en la mente de Kepler, entre copernicanismo y la posibilidad de un mundo en la luna es claramente evidente en su obra Somnium (1634). Kepler quiso utilizar el ejemplo de la luna para ver el movimiento de la tierra y superar las objeciones de la oposición universal de la humanidad.
Kepler pretendía demostrar que los sentidos del hombre son ambiguos indicadores de la verdad. Un observador en la luna declararía la Tierra en movimiento y la Luna en reposo. Kepler argumenta en sus notas que la Luna es un cuerpo parecido a la Tierra. Se interpretan las manchas lunares brillantes y oscuras como la diferencia entre tierra y mar. De tal manera no sólo la Luna sino otros cuerpos celestes debían tener sus propios habitantes.
Kepler era partidario de la idea que el sistema de Copérnico implicaba la existencia de otros planetas similares a la Tierra. Creencia que vemos en Somnium y su mundo lunar. En este sentido Johannes Kepler sería un defensor de la pluralidad de los mundos.
Planteamientos de gran importancia en una época todavía anterior al telescopio y cuya confirmación vendría de la mano de este y de la nueva física planetaria.
Pero la afirmación de la vida inteligente en otros planetas implicaba una determinación más precisa de la naturaleza de los mismos que la teoría de Copérnico. Esto daría lugar a una nueva física planetaria que investiga la naturaleza física de los planetas más allá de las generales indicaciones del heliocentrismo.
En esta dirección destaca el trabajo de Kepler y su atención a la Luna. Antes de la llegada del telescopio introduce el componente empírico en el estudio de la física planetaria (habla de temperatura, agua, ambiente, etc.) y tiene en cuenta a Plutarco y a su maestro Maestlin en su obra como influencias.
Según sus cálculos demostró que las montañas vistas en la Luna durante un eclipse lunar parcial no eran sombras proyectadas de las montañas de la Tierra, sino la propia superficie de la Luna. Ideas que irán cogiendo fuerza y que serán expuestas en Somnium.
En las páginas de Somnium y en sus notas “apéndice Selenographical”, encontramos una gran cantidad de datos sobre la naturaleza de la Luna. Los medios por lo que estos datos fueron recogidos, integrados e interpretados serán una gran herencia de Kepler a la pluralidad de los mundos y a la física planetaria en general.
Dick destaca tres niveles sobre la naturaleza de la Luna en Somnium:
1. Composición y características de la superficie con grandes masa de agua.
2. Condiciones climáticas.
3. Naturaleza de los habitantes.
Los factores climáticos como la temperatura eran claves para la existencia de vida, Kepler habla de calor y frió extremos con momentos moderados y de grandes masas de agua. La discusión de una atmósfera para la la Luna era planteada como una cuestión crucial para el desarrollo de vida y tratada en las notas de Somnium. Las ideas expresadas en Somnium sobre el mundo lunar, ejercieron una considerable influencia sobre el pensamiento del siglo XVII. Gran cantidad de obras posteriores tendrán como referencia a Kepler y a su manera de entender la Luna y la vida extraterrestre. Pero también se daban las obras de autores que planteaban serias dudas de la existencia de vida en la Luna sobre La falta de pruebas de observación indiscutibles.
Así la cuestión de la habitabilidad de la Luna pondría también a prueba la capacidad de observación de la astronomía en el siglo XVII. La prueba de un mundo en la Luna y un sistema solar con habitantes encontró las dudas de autores como Fontanelle y Huygens. Su negación de vida en la Luna partía del hecho que los satélites no podían tener el modelo de los planetas principales. Por tanto para ellos el modelo era la Tierra y no la Luna para los planetas restantes.
La tendencia hacia la creencia en planetas habitados se fomentó en el principio de plenitud (fecundidad máxima en las creaciones de Dios que producía mundos) y fuertemente reforzada por el crecimiento de la teología natural del XVII.
En cierto sentido eran ideas que no gozaban del beneplácito popular y la pluralidad de mundos se expresaba con miedo a la sanción en esta época.
La clave era que si bien la existencia de otros mundos podía entrar en consonancia con la idea de plenitud y la teología natural, también chocaba y producía graves consecuencias para determinadas doctrinas de la iglesia como la redención, encarnación o la propia relación entre el hombre y su creador. Sin duda todo un conjunto de grandes controversias. En este sentido Campanella observo que no veía ningún decreto en los cánones de la iglesia que prohibiera la creencia en otros mundos. Sin embargo el discurso tradicional de la iglesia irá en la línea de negar esta existencia de vida extraterrestre.
En cualquier caso, si hablamos de habitabilidad planetaria una referencia obligada será Kepler. En ninguna parte su presencia es más evidente que en la afirmación que habla de la Luna no sólo como habitable sino habitada. Para él se trataba de una conclusión basada en la observación: circularidad perfecta de los cráteres y de los ambientes.
De tal forma Kepler ofrece pruebas en los apéndices de Somnium y llega a la conclusión que debía haber seres vivos en la Luna con el fin de construir las cosas en orden.
Las observaciones de Kepler serían una anticipación fascinante a los argumentos de nuestro siglo cuando Aston-Omer Percival Lowel observó canales de agua en Marte.
En concreto, en el siglo XVII ante esa idea de pluralidad de mundos, la contribución de Kepler en el estudio de la Luna es vital en la búsqueda de explicaciones encaminadas a su habitabilidad real.
El siglo XVII exigía a los ojos de los filósofos naturales el hecho de comprender el concepto de una pluralidad de mundos, problema complejo, pero que se quería abordar y percibir la existencia de vida extraterrestre como un legítimo objeto de conocimiento.
La búsqueda de vida fuera de la Tierra fue también un esfuerzo científico y en este sentido se podía incluir como parte integral de la revolución científica.
Aunque muchos problemas han permanecido sin resolver, a pesar de la atención prestada como la de Kepler, no hay duda que su huella en la literatura, teología y en la ciencia son un auténtico patrimonio para la posteridad.






SHADOWS OF INSTRUCTION: OPTICS AND CLASSICAL AUTHORITIES IN KEPLER “SOMNIUM” (2005).
Autor: CHEN-MORRIS RAZ.

El autor del artículo Chen-Morris nació en Tel Aviv, obtuvo una licenciatura en historia en la universidad hebrea de Jerusalén. Estudió historia y filosofía de la ciencia sobre la Edad Media y Renacimiento en el Instituto Cohen universidad de Tel Aviv.
En la actualidad es profesor en el programa de ciencia, tecnología y sociedad en el Ban Llan investigador en el centro Minerva. Universidad de Tel Aviv. Su área de especialización es la historia de la óptica medieval renacentista, en particular la teoría de la óptica Johannes Kepler (1571-1630). Ha publicado artículos en diversas revistas (the Monist) e hizo la traducción al hebreo y escribió el prefacio de emociones mentales de Descartes “conexión de Tomás Moro” Utopía.
El autor nos presenta el trabajo de Johannes Kepler de Somnium, que como sabemos, se relaciona con un extraño sueño que nos transporta a un viaje lunar.
Chen-Morris destaca que este viaje sirve para observar desde los cielos a modo de observador lunar. Kepler utiliza un demonio lunar para enseñar y explicar los principios fundamentales de la astronomía lunar. Un demonio que se presenta como criatura oscura y que sirve para explicarnos la fascinación con las sombras y la oscuridad relacionada con la observación científica y el conocimiento.
Así el viaje se realiza con la observación de un eclipse a través de las sombras.
La atención de Kepler hacia las sombras se ve ya en su obra en 1604 sobre óptica. El encuentro dramático de la Tierra, la Luna y el Sol era visto como la naturaleza de un juego ofrecido a los observadores humanos con el fin de despertar su curiosidad.
En el tratado que siguió a su obra óptica, Kepler establece sombras y sus mediciones como base sólida para la observación científica. Se veía como necesario el uso y la manipulación instrumental de sombras, imágenes y reflexiones para tratar de ver todo aquello que no se podía observar a plena luz del día.
De tal manera, en su obra Somnium, las sombras adquieren un lugar central. No sólo se trataba de estar a favor de la astronomía copernicana sino también de adquirir una nueva visión. Una nueva manera de ver no sólo por la visión directa empírica, sino también por un modo sensible de la percepción. Aspectos que Kepler tratará en Somnium para aportar un mayor conocimiento astronómico y que utilizará fuentes como Plutarco o Luciano. La observación científica será la manera de salir de un sueño oscuro.
Sabemos que Kepler escribe en una época de situación política muy agitada. Para su sueño busca antiguas leyendas de Bohemia. La búsqueda se convertirá en un libro de memorias que pertenece a un sabio islandés llamado Duracotus. En él se cuenta la historia que ya conocemos.
Lo que nos interesa aquí es dilucidar como la narración se convierte en una conferencia pronunciada por el demonio lunar y donde vemos como los fenómenos astronómicos son observados desde la luna. El demonio añade detalles como las condiciones metereológicas o detalles propios de la geografía lunar.
El propósito de escribir esta historia es visto por Kepler como: “el propósito de mi sueño es usar el ejemplo de la Luna para construir un argumento en favor de los movimientos de la Tierra”. Para tal fin Kepler envuelve una verdad incómoda en un camuflaje brillante y atractivo. Nos presenta un guión donde la relación de madre e hijo (Duracotus- Fiolxhide), hijo y madre bruja tienen mucho que ver con su vida y a la vez le sirve para enfrentarse a aquella actitud que no podía aceptar el mundo descrito por Copérnico.
Se trata de deducir que lo que vemos no es la verdad y que en contraste con nuestra percepción la Tierra gira alrededor del Sol, así como sobre su propio eje.
Kepler busca un método integrado en el que las deducciones teóricas encuentran su afirmación en la observación ingenua y sensual donde se puede ver una explicación en la teoría geométrica de los cielos. El sacrificio por la búsqueda de conocimientos de fenómenos naturales es destacada por Kepler desde los sabios de la antigüedad. En los diálogos entre Duracotus y Tycho Brahe se dice que era costumbre que los filósofos no dejaran de preguntarse las cosas. Esta es la senda que adoptará el propio Kepler, la tarea de la verdadera ciencia debía ser la recuperación del razonamiento.
En 1600 Kepler llegó a Praga para trabajar con Tycho Brahe (astrónomo imperial) y se encontró atrapado en un debate sobre la relación entre las obras artificiales, lo imaginario y la verdad científica.
Existía una degradación de la teoría astronómica que dejaba sólo como verdadero aquello que era directamente observable al mundo del conocimiento. Kepler sugiere el antídoto a esta creencia ingenua de la experiencia directa como fuente de conocimiento. Era necesaria la experiencia y la manipulación de instrumentos para el trabajo del astrónomo. El marco que establece en Somnium le va a permitir plantear sus principios teóricos sobre la astronomía y para describir lo que es invisible.
Como sabemos, dos obras que utilizará como referencia serán la de Luciano y la de Plutarco. El motivo y el propósito de establecer un viaje residen en la búsqueda de la actividad intelectual. Los sueños y los mitos son muy útiles cuando la filosofía no puede actuar y es la manera de aportar la discusión a cerca de la verdad que no se puede mediante la razón o la ciencia.
Los tratados de Plutarco y Luciano dieron el marco general para la narración del viaje a la Luna. Plutarco en concreto le suministro detalles adicionales de la antigua teoría de la astronomía física. Luciano le es útil por el carácter satírico, le suministra la fórmula para la combinación de sátira y argumento filosófico. En la obra de Luciano un gran trueno despierta del sueño, similar al viento de lluvia que perturba el sueño en Kepler. Pero en lugar de despertar de vanas y vacíos fantasmas, Kepler, está despertando de una auténtica observación científica. La concepción de los sueños de Luciano como una fuente de engaño es totalmente rechazada por Kepler.
El tratado de Plutarco es más complejo. Ve los sueños como fuente de conocimiento mayor al conocimiento científico. En Kepler su obra empieza con un sueño y la revelación de un demonio que se relaciona con la imagen científica del universo. Lo que empieza como un sueño se convierte en conocimiento científico-racional.
También es significativa la utilización que Kepler hace de los nombres. Utiliza un nombre hebreo (lebana o levana) para referirse a la Luna, palabras hebreas que son menos escuchadas y que a la vez aportan un aspecto de artes ocultas y aura de superstición. Por otra parte el lenguaje humano sólo expresa la experiencia humana sensorial de la realidad física no su esencia.
Kepler utiliza la aventura de Duracotus y su madre como forma de un juego mágico, que servía para evocar las técnicas de observación astronómica. En ese sentido también se trata de una ceremonia mágica. Kepler identifica su sueño a través de un cuento de Duracotus para poder hablar de la ubicación específica de la posición del Sol y de la Luna.
Le interesa observar la latitud, límites de la Luna y todo relacionado con los métodos de aplicación de los instrumentos ópticos para la propia observación astronómica del mundo.
Kepler sugiere instrumentos ópticos como la cámara oscura para conocer más.


Se quiere dejar claro la diferencia de perspectiva que sirve para redefinir todos los conceptos básicos de la astronomía. “Por absolutamente ciertos principios de la óptica se demuestra que la variedad de manchas y la luz está relacionada con la aspereza y la suavidad de la superficie: lo que es brillante, es alto y montañoso, lo que es oscuro, es al mismo plano y bajo”.

De tal forma los polos en torno al cual los cielos parecen girar son diferentes para los habitantes de la Luna que para los de la Tierra.
Las imágenes buscan ver la Luna como imagen invertida de la Tierra. Si para nosotros la Tierra se detiene y el universo gira alrededor de ella, para los habitantes de la Luna seria al contrario. Todo es resultado de la experiencia visual y sus distorsiones. Desde la Luna, la tierra gira y su Luna está inmóvil. Sería lo que ocurre con las creencias de los habitantes de la Tierra.
Kepler busca que el lector invierta sus creencias y perciba la imagen correcta del universo: la Tierra no es estática en el centro del universo, gira alrededor del sol y sobre su propio eje. El principio de la inversión está fuertemente relacionado con la cámara oscura.
El Somnium de Kepler empieza como relato fantástico pero termina como descripción científica. Es un tratado copernicano que tiene como objetivo invertir los modos de la visión del lector para poder llegar a la adquisición de un conocimiento verdadero. La observación de sombras a través de instrumentos es superior a la observación directa. En su obra, Kepler asume el papel de observador científico de los cielos.












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